lunes, 13 de abril de 2009

Alicia en el País de la pedofilia, la verdadera cara del autor de este cuento

Después de leer un sinnúmero de análisis acerca de este libro el cual posee una cantidad de arquetipos y significados dignos de estudio, descubro con curiosidad que su autor, Lewis Carroll, gustaba de estar rodeado de niñitas, “amigas” suyas. De hecho, Alicia fue basada en una amiga del autor que se llamaba Alice. Entonces podemos pensar que tal vez, así como el autor de Peter Pan, era una persona que gustaba de la compañía infantil, pero resulta que más que gustar de la compañía de estas pequeñas también gustaba de fotografiarlas desnudas y al ser descubierto fue acusado duramente por lo que tuvo que dejar su afición por la fotografía incursionando en la pintura, sí, de desnudos infantiles.

Las fotografías de sus amigas al desnudo fueron destruídas después de su muerte para limpiar su nombre. Así que cuando leemos este libro nos introducimos a la psicología turbada de un pedófilo.

La otra cara de Carroll es la de Charle Ludwidge Dodgson, su verdadero nombre. Se trata de un señor serio y atildado, diácono y conservador, matemático y profesor de la Universidad de Oxford. Según parece era un hombre aburrido, tartaja y tremendamente puritano, autor de veinticinco libros de lógica y matemática, obsesivo y recalcitrante y posible víctima de su propia represión. Es probable que muriera virgen, pese al montón de niñas que había tenido en sus brazos o en sus rodillas, y a las que se había ligado como autor que era de los dos libros infantiles que ellas adoraban.
No se conserva de él ni una sola fotografía en la que aparezca sonriente. Debió de ser un hombre tremendamente desgraciado. En su caso no había pócima que operara el cambio. Yo me lo imagino mirándose al espejo, componiendo tal vez su negro vestido de clérigo, conforme con su desdicha, pensando aún en los últimos cálculos matemáticos que habría resuelto por la mañana, hipócrita como la época. Y de repente, cuando aún se estaba repeinando los rizos de detrás de la oreja, alehop, aparece como a través del espejo la mirada depravada de Carroll, del lolitero Lewis, del genial y transgresor inconformista, autor de vanguardia y manoseador de niñas.
Y pongamos fin a nuestra historia. ¿Quién fue Alice y de qué naturaleza fue el amor que la unió a Mr.Carroll? Era la hija de uno de los decanos de la Universidad, el señor Liddell, amigo del Sr. Dogdson, y solía jugar en los alrededores con sus hermanas. No tardó nuestro protagonista en fijarse en la criatura, para la que inventaba historias y caricias y a la que visitaba en su casa. A la señora Liddell le empezó a resultar extraño este comportamiento. Sin duda le parecían extrañas las cartas casi de amor que le enviaba a su hija, y los regalos, y las fotografías que le hacía disfrazada de mendiga, el pecho al aire y la postura equívoca. Un día le contó la historia de una niña llamada Alicia que se cayó en la madriguera de un conejo blanco y todo lo que en ella le fue ocurriendo, y Alice le pidió que se lo escribiera y regalara. Esto ocurrió en 1862.
Lewis Carroll no terminó el libro hasta 1864, pero para entonces ya se había roto la amistad que mantenía con los señores Liddell. Aún así le envió su manuscrito firmado a Alice, que lo conservó toda su vida. No se sabe con seguridad las razones de la ruptura con la familia de Alice. Se sospecha que se le ocurrió pedir la mano de la niña en matrimonio cuando ella sólo tenía once años y él treinta y uno, y que fue rechazado con más de un insulto por parte de la señora Liddell, que se sintió ofendida al comprobar que las maneras de su antiguo amigo eran demasiado cariñosas. No podían imaginar los padres de Alice que su hija acabaría siendo inmortalizada por la pluma excéntrica de aquel excéntrico. Y mucho menos que ellos también permanecerían en la memoria de los hombres vinculados al extraño caso del Sr. Dogdson y Mr. Carroll.
Se conserva una carta de Lewis Carroll a Alice muchos años después de su amistad. Él tenía cincuenta y tres años y escribía cosas tan reveladoras como esto: “He tenido montones de niñas-amigas desde entonces, pero todas han sido otra cosa”.


**Escrito por Gregory Tapia, gracias por permitirme postear esto en el blog (lo deje tal cual para que no pierda su escencia)

Saludos bloggeros

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